Arboles azules
Los árboles azules crecen con simpleza, crecen con premura, crecen con franqueza. Sin resguardo en los bosques, sin sombra en los cerros, manidos con braveza, en silenciosa tristeza. Los árboles azules se afirman sobre piedras, se yerguen sobre riscos, ladean las praderas. Sin temor al desamparo, sin notar su abandono, con valiente y audaz decoro, añorando tierras ajenas. Los árboles azules se fecundan con ternura, florecen solitarios, cual si fueran ermitaños. Se observan desde lejos, se contemplan perplejos, sosteniendo su valioso fruto de llamativa aspereza. Se cosechan sin piedad, se maltratan con crueldad, se los tala bruscamente, se los seca toscamente. Se los pule sin vergüenza, se los exhibe con vehemencia, y renacen con frescura, sin temor ni desconcierto, recobrando su portento.