A toda máquina
El disparo detonó la energía comprimida en sus músculos para dar las primeras zancadas de la carrera.
Los competidores niegan la mirada a su propio trote, la meta es su atrayente objetivo.
El bramido de los participantes envalentona a Miroslaw.
Brazos y piernas en movimiento, torso sostenido como en un carril, cabeza erguida.
Nada alrededor, nada en la mente, pura fuerza y vista. Pura potencia y sentimiento.
En su andarivel, los límites del universo están bien marcados. La lucha es interna, no hay contrincantes.
No importa salir primero o último, corre solamente para sentir una leve brisa sobre el rostro, para percibir la constante exigencia de la corporalidad y disfrutar la grata recompensa de arribar a la meta. Deleitarse de ese emergente sudor, abriéndose paso para saciar la impetuosa voluntad desperdigada sobre los vigorosos durmientes de sus querencias.
Miroslaw sabe de esfuerzos; correr, para él, es respirar la savia de la vida.
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